El consumo de las familias alienta desde hace cuatro años la recuperación. En paralelo a la creación de empleo, el gasto de los hogares no deja de crecer, pese a que los salarios son los últimos en salir de la crisis. Con el ahorro doméstico bajo mínimos, el recurso a la deuda es cada vez mayor. Y la banca, hambrienta de rentabilidad, redobla su apuesta por el préstamo al consumo, con tipos cercanos al 8%. En 2017, la concesión a las familias de créditos para este tipo de gasto alcanzó los 43.148 millones, el mayor aporte de financiación en una década. Más incluso que lo destinado a nuevas hipotecas, algo insólito.
Los datos publicados por el Banco de España la semana pasada reflejaban que familias y empresas siguen reduciendo deuda, pero a un ritmo cada vez más lento. Nuevos datos, también del supervisor financiero, permiten leer la estadística desde otro ángulo: la concesión de préstamos a las familias, singularmente al consumo, crece de forma sostenida.
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