Los trabajadores de la economía tradicional se manifiestan contra las nuevas formas de negocio digitales.
La mano de obra suele ser el primer coste fijo en una empresa de servicios. Si se prescinde de los empleados sin que se resienta el servicio, la posibilidad de tener éxito, entendido como ser rentables, se dispara. Las empresas dueñas de las plataformas, conocidas como colaborativas, encontraron en esta fórmula un filón. Proveer de servicios a sus clientes pero con mano de obra externa. ¿Qué podía salir mal?
Podía, puede y está saliendo mal que aunque con retraso y a trompicones los reguladores están poniendo límites a este tipo de economía que en un primer momento se tildó de "colaborativa". A falta de una buena traducción en castellano, la economía de los encargos lleva ya años prestando servicios en decenas de países sin prácticamente plantilla. Estructuras ligeras soportadas en la idea de que son particulares los que quieren intercambiar entre ellos una prestación de servicios en la que la app de turno solo facilita el contacto como si se tratara de una plaza o un mercado. Un punto de encuentro digital.
Lee este interesante artículo sobre la falsa economía colaborativa en eldiario.es
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